Todavía son muchos los españoles que tienen dos obsesiones, olvidando la del coronavirus por un momento: Franco, que parece seguir ganando batallas después de muerto, como el Cid, y el sexo. Hace unas semanas hablaba de la primera, hoy lo haré de la segunda.

En tiempos de la oprobiosa, los jóvenes teníamos unas limitaciones ambientales, sociales y religiosas que condicionaban nuestra sexualidad, siempre latente, y frecuente en conversaciones, revistas, alguna película que pillaba despistada a la censura, las llamadas revistas musicales con mucha epidermis a la vista, los guateques… y poco más.

Nos hicimos adultos, asumimos responsabilidades familiares y aquí estamos, en una sociedad presidida por el principio “en mi cuerpo mando yo”, con una ley de aborto permisiva –aunque no tanto como querrían los partidarios de “al caldero”–, sexo de aquí te pillo y aquí te mato, sin presentaciones previas, amigos con derecho a roce, bebo o fumo lo que me pide el cuerpo, el sexo es una necesidad más, …

Y se quiere resolver el problema de la violación con la llamada Ley Orgánica de Garantía Integral de la Libertad Sexual que, en resumen, traslada la atención desde la existencia de intimidación y violencia, a la existencia de consentimiento expreso: resumiendo, “sólo sí es sí”.

El asunto es delicado y difícil de resolver, por mucha voluntad política que haya. En casos de violación con intimidación, en grupo y falta de capacidad para prestar el consentimiento – por injerencia de drogas, o alcohol, por ejemplo-, debería ser castigada con todo el peso de la ley.

El proyecto de ley concreta el consentimiento en “actos exteriores, concluyentes e inequívocos de la voluntad de participar en el acto”; declaración contundente y en principio clara, pero de difícil ejecución. Teniendo en cuenta que la ley será aplicable a matrimonios, parejas y relaciones similares, ¿cómo se demuestra la existencia de consentimiento?, ¿con testigos, con un selfie, con cámaras?, el consentimiento de alguien drogado o ebrio ¿no estaría viciado?

La medida más eficaz para el ejercicio de la libertad sexual será la educación bajo los principios de respeto e igualdad entre hombre y mujer; el sentido de responsabilidad sobre las consecuencias de nuestros actos; la conciliación de la libertad individual con la evitación de circunstancias propicias para la actuación de alimañas con apariencia humana; la contemplación de agravantes como el abuso de fuerza, actuación en grupo y defecto en el consentimiento por discapacidad o encontrarse bajo la influencia de drogas o alcohol.

Ayer, hoy y mañana, hubo, hay y habrá seres humanos que actúan guiados sólo por sus instintos animales. En mi opinión, estamos ante una ley populista que no va a terminar con las bestias que se guían por instintos salvajes y primitivos. @mundiario

Alfonso García

Dedico mi tiempo libre a escribir artículos de opinión en El Correo Gallego y en Mundiario.com, y monografías sobre temas diversos. Actualmente corrijo y amplío mi último libro, “Algunos abuelos de la democracia (Iglesias, Zapatero, Rajoy, Sánchez, Rivera)”, con semblanzas de “otros abuelos” de políticos de hoy, como los de Aznar, Casado, Maíllo y Lastra, entre otros. También actualizo museofinanciero.com, un museo virtual de documentos antiguos relacionados con el sistema financiero español y el ferrocarril. Gracias por tu visita.
Alfonso García López (Madrid, 1942), jubilado como notario y escritor.