La Real Compañía Guipuzcoana de Caracas se constituye en Madrid en 1752 para desarrollar el comercio ultramarino entre los puertos de la provincia española de Guipúzcoa y el de Caracas. Aunque la concesión se extendía a toda clase de mercancías, en la exposición de motivos de la Real Cédula se hacía especial alusión a la necesidad de “remediar la escasez de cacao en estos mis reinos”. La compañía quedaba bajo la protección de San Ignacio de Loyola. Gozaba de autorización para armar sus naves comerciales en corso.