¿Cómo calificaría usted a quien hoy dice una cosa, mañana la contraria y, además, afirma que siempre ha pensado lo mismo? Y ¿qué es lo mismo, lo de ayer o lo de hoy?
¿Mentiroso, hipócrita, mentecato,…? Para mí, sencillamente, se trataría de alguien sin criterio, sin formación y, por lo tanto, carente de reglas y principios.
Una vez más, Yolanda Díaz, con su verborrea política basada en el oportunismo y el populismo, en consignas, lemas, frases hechas y propaganda del más rancio social-comunismo, nos ha ofrecido otro ejemplo: “Un Estado palestino desde el río al mar”. De lo que parece deducirse que los judíos israelíes deberían ser arrojados al mar o condenados, por enésima vez, a emprender la diáspora.
Un día después, tras escuchar el ruido originado –como Oscar Puente con las “sustancias”- recogió velas y dijo que lo que quería decir era que entre el río Jordán y el Mediterráneo deberían convivir dos estados, judío y palestino, compartiendo economía, convivencia y paz. Pero tenemos memoria.
Sin conocimiento y, por lo tanto, sin criterio, porque la Declaración Balfour del año 1917 apoyaba ya el establecimiento en Palestina de un lugar nacional para el pueblo judío.
Entre los años 1922 y 1947 la persecución nazi generó una oleada de judíos de todo el mudo a Palestina, torpedeada por los árabes allí residentes. La ONU propuso la división de Palestina en dos estados independientes, Jerusalén bajo un régimen internacional y Cisjordania y la franja de Gaza para el Estado palestino.
Tras los frecuentes conflictos terroristas y respuestas, en 1974 la ONU reafirmó los derechos del pueblo palestino a un Estado formado por los territorios indicados, que acabaron siendo “dirigidos” teóricamente por la Autoridad Palestina, y siempre controlados por diversos movimientos terroristas y países árabes que no reconocen al Estado de Israel.
Yolanda no quiso ser menos que su socio de gobierno, tras la excursión de Sánchez por Europa para convencer a los miembros de la UE de la necesidad de reconocer ya al Estado palestino.
Peregrinaje baldío –salvo Noruega, Irlanda y Malta-; el resto consideró que el momento era inoportuno, peligroso e imprudente. ¿Quién sería el interlocutor, la Autoridad Palestina, los terroristas combatientes en Gaza que usan a la población civil como escudos, los líderes de Hamas instalados cómodamente en Qatar y otros países o el régimen de Irán fanático y siempre amenazante contra quienes no aceptan sus dogmas? ¿Cuál sería el territorio de cada Estado? ¿Se puede negociar habiendo rehenes y seres humanos que padecen necesidad extrema?
Por otra parte, muchos de los fondos occidentales destinadas al pueblo palestino han caído en manos de los terroristas; la UE y EE UU nadan y guardan la ropa y China y su adlátare Rusia observan y se regodean de la situación.
El Gobierno israelí, como fiera acosada, ha reaccionado con una violencia inusitada que provoca dolor en seres humanos indefensos tras los que se ocultan los terroristas.
Es necesario recordar la historia para buscar soluciones estables y no limitarse a enrollarse las bufandas palestinas al cuello, desplegar consignas y mantener siempre encendidas dos velas hipócritas.
El Gobierno de Sánchez ha metido a España en un atolladero internacional, por las continuas contradicciones entre las dos facciones que lo forman: Argelia, Sahara Occidental, Marruecos, invasión de Ucrania, la irresponsabilidad del ministro Puente, la inoportuna visita a Israel –declaración incluida- y el extemporáneo reconocimiento del Estado palestino pese a su fracasado periplo europeo. ¿Cuáles pueden ser las consecuencias?
¡Y pide a la oposición que apoye sus decisiones, por sentido de Estado, cuando no ha llamado al principal partido de la oposición para comunicarle ninguna de sus pretensiones, ateniéndose al principio “El Estado soy Yo”. @mundiario
Una vez más, un acertado análisis de un personaje que en Galicia es bien conocido y que el resto de España está descubriendo, de ahí los recientes resultados electorales.
Enhorabuena Alfonso por revelar una verdad desconocida o más bien, ignorada.