La película de Amenábar Mientras dure la guerra ha servido para popularizar la figura de Miguel de Unamuno, escritor, filósofo, vasco y profundamente español.

Lo que más me ha conmovido de ella es el reflejo de las dos “españas” enfrentadas, con la lección de los dos amigos que, pese a sus diferencias ideológicas, nos enseñan que pueden seguir siéndolo. La imagen del profesor y su antiguo alumno, sentados, de espaldas, gesticulando y discutiendo, en la cima del cerro próximo a Salamanca hasta el que Don Miguel solía pasear, me emocionó. Si ellos pudieron hacerlo, ¿por qué no podemos hacerlo nosotros?

Por otra parte, me ha emocionado la humildad del ser humano que admite sus errores, errores que le duelen como los errores de los españoles, hasta el punto de morir muy poco después de los sucesos que se narran en la película. Admiro al hombre que, tras ofender al amigo en una acalorada discusión, acude a pedirle perdón, aunque ya sea tarde, porque la “otra españa” le ha herido el corazón.

He tenido ocasión de leer muchos de los artículos que publicó en el diario madrileño El Sol y he podido comprobar su clarividencia y lo vigentes que siguen estando algunos de los problemas de España que él analizaba. En uno de ellos, 26 de septiembre de 1931, decía literalmente. “España es un pueblo descastado, …., amnésico de las raíces latinas de su entraña y de la leche de loba de su lactancia.” Y añadía expresiones como “desromanización de España”, “falta de letras clásicas en el bachillerato”, “empapada (España) de la más chabacana frivolidad y el más ramplón utilitarismo”, “ausencia de sentido continuativo de nuestra historia”.

¿Qué pensaría casi cien años después?…, tal vez lo mismo, pero más; y volvería a repetir que “Cinco años de latín y griego darían a España sobriedad y honestidad de espíritu, es decir, civilización.” La carencia de estas dos disciplinas, unidas a la falta de estudios de filosofía y la previsible supresión de la disciplina de historia no pasando mucho tiempo –¿para qué sirve?, dicen muchos-, son imputables a la “ordinariez de la vida social hispánica”, afirmaba don Miguel.

En definitiva, formación es lo que hace falta, o escuela y despensa llena, según la frase, más completa, acuñada por Joaquín Costa, otro admirable español. @mundiario

Alfonso García

Dedico mi tiempo libre a escribir artículos de opinión en El Correo Gallego y en Mundiario.com, y monografías sobre temas diversos. Actualmente corrijo y amplío mi último libro, “Algunos abuelos de la democracia (Iglesias, Zapatero, Rajoy, Sánchez, Rivera)”, con semblanzas de “otros abuelos” de políticos de hoy, como los de Aznar, Casado, Maíllo y Lastra, entre otros. También actualizo museofinanciero.com, un museo virtual de documentos antiguos relacionados con el sistema financiero español y el ferrocarril. Gracias por tu visita.
Alfonso García López (Madrid, 1942), jubilado como notario y escritor.