Prometí hablar de otras tribus lingüísticas, y lo hago ahora, para olvidar durante algún tiempo las cansinas y tristes tensiones políticas que estamos padeciendo. Me sentiría feliz si fuera capaz de arrancarles una sonrisa, en esta ocasión con el lenguaje de la tribu jurídico-administrativa.
Se ha generalizado el uso de siglas en aras de la economía lingüística, que a mí me producen una sensación combinada de ignorancia y ansiedad. ¿Quién es capaz de memorizar su significado? LSD, DNA, DIA, CIA, KGB, DDT, JUJEM, G-20, G-7, ERTE, ERE, LOE; JEMAD, y tantas otras.
No me resisto a incluir el condado de FENOSA, cuyo significado real es condado de Fuerzas Eléctricas del Noroeste Sociedad Anónima, si bien, en un discurso protocolario y de encendido fervor en recuerdo a don Pedro Barrié de la Maza, titular del condado, se le atribuyó el significado de Conde de A nosa Fe.
La terminología jurídica es difícil de comprender para un profano: Otro sí digo, diga como es cierto que Vd. el día… agredió a…, reaperturar, peticionar, causídico, resultando, considerando… Añadamos los “latines” para dar misterio a la cosa: ut supra, in claris non fit interpretatio, iuris et de iure, pro solvendo, nomen iuris, in dubio pro reo, rectius o rebus sic stantibus.
En las sentencias son habituales las frases largas, con abuso de las subordinadas, escasa puntuación, alteración frecuente del orden natural de las palabras, errores de concordancia y el cierre clásico: “Así, por esta mi sentencia, definitivamente juzgando, lo pronuncio, mando y firmo”, o “… debo condenar y condeno…”.
Esta forma de expresarse resulta más sorprendente al leer el Libro Blanco sobre la Justicia, en el que se sugiere el uso de un “… lenguaje claro y preciso, de forma que pueda comprenderse sin dificultad”, así como prescindir del “lenguaje críptico y oscuro”.
Un ministro de Justicia dijo muy oportunamente que “Una justicia que no se comprende, difícilmente puede ser entendida como Justicia.”
En el lenguaje administrativo son frecuentes los gerundios utilizados inadecuadamente: orden nombrando, decreto disponiendo, en vez de por la que se nombra o decreto que dispone.
Se abusa de palabras y expresiones cuyo uso ha decaído en el lenguaje habitual: debitorio, proveído, pedimento, por ante mí el Secretario, elevar un escrito….
También en las escrituras notariales se ven expresiones llamativas: dueños por terceras e inteligentes partes, dueños por mitad e iguales partes, declarado heredero a medio de… la calendada escritura, el infrascrito notario -cuando su nombre no figura infra sino supra.
Los escritos de índole fiscal suelen estar redactados en un lenguaje amenazador y conminatorio, que produce sobresalto: notifíquese, cítese, trasládese, absténgase, le pararán los perjuicios a que haya lugar, …
He visto expresiones incorrectas o improcedentes en libros de texto: bulling, cuando existe la palabra acoso; webquest, por no decir estrategia didáctica con apoyo en internet, y otros anglicismos -no anglicanismo, como dijo una ministra- muy frecuentes
Naturalmente, como dice el refrán, el mejor notario hecha un borrón.
Pero hemos de convenir que hablamos mal, a todos los niveles, lo que supone despreciar una de las herramientas más importantes de la comunicación. Seguramente las series de televisión y la colonización del mundo sajón tienen mucho que ver con la cuestión; sin olvidar que hoy predomina la imagen sobre la palabra .@mundiario
Link al artículo →
0 comentarios