Saber estar implica comportarse educada y respetuosamente con el entorno en el que uno se encuentra. Pero, al mismo tiempo, hay que saber dónde se está, por qué motivo, en qué condición se interviene y si es el momento adecuado, con el fin de saber qué es lo que se debe decir y cómo se debe decir. En definitiva: evitar una actuación extemporánea, improcedente.
Las ruedas de prensa posteriores a los consejos de ministros no son un acto de partido, pero algunos comparecientes usan la ocasión para arremeter contra la oposición, los jueces o cualquier otro tema improcedente. Con olvido de que los periodistas acuden para conocer los acuerdos adoptados.
La ministra Alegría, en esas apariciones, ha pronunciado reiteradamente palabras como “no causa”, “no caso”, “montaje”, para referirse a las investigaciones del juez Peinado.
Yolanda Díaz, al día siguiente de las elecciones de Venezuela, ante un atril con el nombre de “Gobierno de España”, dijo que “los demócratas del mundo lo primero que tenemos que hacer es reconocer los resultados electorales”; sin aclarar si lo hacía en nombre propio, de Sumar o del Gobierno. No podía hacerlo en nombre del Gobierno, pues Sánchez aún no se había manifestado.
En otra ocasión, también en la rueda de prensa posterior a otro Consejo de Ministros, calificó al PP de “desestabilizador”, “inhumano”, “sin la piedad que invocan en sus valores cristianos”, mezclando churras con merinas y con desmemoria del motivo por el que estaba sentada en la sala de prensa de La Moncloa.
Ministros y otros cargos del PSOE actúan continuamente de abogados defensores de Begoña Gómez en la causa que tiene abierta en fase de instrucción, tal vez sin saber que ellos están en el Gobierno al servicio de todos los españoles y no para pasar la mopa sobre las actividades de la cónyuge de su jefe.
Hay un ramillete de jueces en activo que comparece, casi a diario, en determinadas tertulias televisivas, para juzgar la actuación de otros colegas en casos polémicos ―amnistía, Begoña o cualquier otro―; ahora, concretamente, opinan sobre el juez Peinado.
El propio señor Sánchez ―“a pesar de todo, sigo creyendo en la Justicia”― ha confundido su condición de esposo de la investigada, título por el que fue citado como testigo, con la de presidente del Gobierno de España. Y en virtud de lo que él ha llamado “inescindibilidad”, ordena a la Abogacía del Estado que defienda al presidente del Gobierno de España, en vez de utilizar un abogado que le asesore como “marido de”, acerca de cómo debe comportarse en esta situación, aparentemente comprometida, de su esposa.
También la esposa ha presentado una querella por prevaricación contra el juez Peinado, en vez de hacerlo contra quienes inicialmente difundieron “los bulos” y usaron “recortes de prensa”.
Una vez más, en esta ocasión el señor Sánchez y su esposa, se han confundido los escenarios, los tiempos y el título por el que se interviene. Señor Sánchez, le han citado como testigo por lo que pueda conocer como esposo de la investigada: es usted un esposo más, como cualquier otro español, casado en régimen de gananciales o con capitulaciones matrimoniales, que, accidentalmente, tiene su domicilio familiar en La Moncloa.
No hay ataque a nadie: existe el derecho a presentar una demanda, la posibilidad de que el juez la admita o no, indague y finalice cerrando el caso por falta de pruebas o decida que procede juicio oral.
La familia Sánchez-Gómez debió evitar esta situación, sobre todo, convencida como está de este “no caso”, y querellarse con aquellos a los que considera difamadores, difusores de bulos, despiadados, mentirosos…. @mundiario
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