Esta libertad de acción, sin embargo, tiene sus inconvenientes porque son muchos los desaprensivos creadores de perversas mentiras que difunden a través de las redes sociales. Estas mentes malvadas, que desearían que determinados hechos se hubieran producido de la forma en que ellos los conciben y no como han sucedido en realidad, los difunden fácilmente por este procedimiento, con la colaboración, inconsciente en la mayoría de los casos pero negligente, de la red de amigos virtuales o grupos de intereses.

¿Nos hemos detenido a pensar en la responsabilidad en que incurrimos cuando actuamos de esta forma, difundiendo falsedades, e ignominias? Antes de “reenviar” deberíamos contrastar determinadas “noticias”.

Pondré un ejemplo, aunque todos recibimos con frecuencia whatsapps de este tipo. Con esta técnica se ha difamado sin escrúpulos a antecesores de políticos de hoy, por parte de firmas ilustres y menos ilustres, pero unas y otras responsables: Pablo Iglesias, José Luis Rodríguez Zapatero y Pedro Sánchez Pérez-Castejón, por citar sólo algunos ejemplos.

Por otra parte, hay mucha frivolidad en el uso de las redes sociales, a todos los niveles; hoy las usan la clase política para decir cosas que no dirían a un medio de comunicación o en el Congreso de los Diputados; y hasta la oficina de comunicación del Presidente del Gobierno y partidos políticos utilizan el escueto traje de los 120 caracteres de twitter para difundir ideas y consignas.

Y los simples usuarios felicitamos un cumpleaños, manifestamos nuestra condolencia por la pérdida de un ser querido, damos a conocer que hemos dado buena cuenta de unos percebes excepcionales –foto incluída, naturalmente- y expresamos toda clase de sentimientos –sorpresa, pena, alegría, temor, duda,…- con un simplón emoticono. A mí me da la impresión de que contamos ciertas cosas de esta forma, al menos en algunas ocasiones, porque nos produce temor hablar con el destinatario.

No dejaré en el teclado del ordenador la profusa y sistemática difusión de chistes, videos, fotos, anécdotas, acontecimientos personales –fotos de familia incluidas- o “noticias”, que entretienen a muchos mientras viajan en un medio de transporte o cruzan una calle.

No cabe duda que la comunicación es fundamental para el entendimiento y el progreso, pero su vanalización puede acarrear graves consecuencias. @mundiario

Alfonso García

Dedico mi tiempo libre a escribir artículos de opinión en El Correo Gallego y en Mundiario.com, y monografías sobre temas diversos. Actualmente corrijo y amplío mi último libro, “Algunos abuelos de la democracia (Iglesias, Zapatero, Rajoy, Sánchez, Rivera)”, con semblanzas de “otros abuelos” de políticos de hoy, como los de Aznar, Casado, Maíllo y Lastra, entre otros. También actualizo museofinanciero.com, un museo virtual de documentos antiguos relacionados con el sistema financiero español y el ferrocarril. Gracias por tu visita.
Alfonso García López (Madrid, 1942), jubilado como notario y escritor.