“Viviremos más, pero más solos, y nadie nos prepara para esto”. Esta frase, que he leído en la prensa recientemente, me ha hecho pensar en voz alta, una vez más, sobre jubilación, envejecimiento y soledad.

El año 2012 fue declarado Año Europeo del Envejecimiento Activo y de la Solidaridad Intergeneracional. El Gobierno central, los autonómicos y numerosas instituciones dedicaron tiempo y presupuesto a tema tan importante; pero “pasado el día se acabó la romería” y seguimos lamentándonos pero haciendo poco.

El envejecimiento de la población española es vertiginoso: una tercera parte superará los 65 años en el año 2050 y hoy esa proporción es de una quinta parte.

Evidentemente, el asunto tiene numerosas facetas: salud, modificación de la demanda de bienes y servicios, sistema de pensiones, producción, trabajo, soledad, …, por citar sólo algunos.

El año 2012 se habló mucho de la necesidad de mantener la cabeza y el cuerpo ocupados a pesar de la edad, para paliar o retrasar algunas de las consecuencias negativas del paso de los años.

También se insistió en el fomento de la relación entre jóvenes y mayores. Sin embargo, frecuentemente, cada vez más, los mayores constituyen un estorbo y no se aprecian sus opiniones: “ellos ya tuvieron su oportunidad”. Quienes así piensan, olvidan el contenido de la Carta de la ONU en la que se reconocen sus derechos, el valor de su experiencia y la conveniencia de las relaciones entre generaciones.

Nada se improvisa; la jubilación -la antesala de la vejez- debe ser prepararada durante la vida activa, tanto individualmente como por parte de las instituciones públicas.

Individualmente, porque hay que pensar en los cambios que sobrevendrán en ámbitos como tiempo libre, salud, economía, fiscalidad, relaciones sociales y la necesidad de determinadas previsiones jurídicas. No se puede esperar al final de la vida laboral y preguntarse: ¿qué hago hoy?

Sin embargo, lo frecuente es que el día de la jubilación nos sorprenda y nos deje desorientados, quizá con 20 años de vida por delante. Administraciones públicas, grandes empresas, sindicatos, asociaciones empresariales, colegios profesionales e instituciones y fundaciones con vocación social deberían asumir la tarea de avivar las conciencias para ayudarnos a preparar el día a partir del cual seremos dueños de 24 horas cada día -naturalmente, dejando a salvo situaciones de enfermedad y atenciones familiares, entre otras.

¿Qué podrían hacer? Básicamente, organizar seminarios para quienes aún están en activo, en los que se hiciera una labor de mentalización de que el momento llegará, y se expusieran temas de enorme de interés para un jubilado. Entre ellos: medicina preventiva, actividad física, educación básica en ciertos temas de salud y actividad sexual, nutrición, previsiones imprescindibles en los terrenos jurídico -poderes, testamento, incapacidad, previsiones vitales, por ejemplo-, económico y fiscal.

Sería prioritario sembrar la inquietud por la conveniencia de crear aficiones saludables que ocuparan una parte importante del tiempo libre, porque no es fácil improvisarlas. Por otra parte, durante la vida laboral, cualquier ser humano necesita un espacio de libertad y soledad a su alrededor, para encontrar sosiego, descanso y tiempo para la reflexión.

Las instituciones a las que me he referido deberían organizar cursos que contemplaran los temas indicados.

Esta labor previsora facilitaría la jubilación saludable y liberaría muchos recursos públicos destinados a la atención sanitaria y social de las personas de más edad.

¡Hay vida tras la etapa laboral! @mundiario

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Alfonso García

Dedico mi tiempo libre a escribir artículos de opinión en El Correo Gallego y en Mundiario.com, y monografías sobre temas diversos. Actualmente corrijo y amplío mi último libro, “Algunos abuelos de la democracia (Iglesias, Zapatero, Rajoy, Sánchez, Rivera)”, con semblanzas de “otros abuelos” de políticos de hoy, como los de Aznar, Casado, Maíllo y Lastra, entre otros. También actualizo museofinanciero.com, un museo virtual de documentos antiguos relacionados con el sistema financiero español y el ferrocarril. Gracias por tu visita.
Alfonso García López (Madrid, 1942), jubilado como notario y escritor.