¿Existen los fantasmas? Pues en España parece que sí, y hay quien tiene interés en sacar de sus mazmorras algunos viejos fantasmas españoles, que, en otros tiempos, sembraron dolor y enfrentamiento; y lo hacen para mantenernos distraídos de los verdaderos problemas que tenemos 47 millones de españoles.

Ahora toca vestir con nuevos ropajes al fantasma de la memoria histórica. Democrática, la llaman.

La exposición de motivos del proyecto de ley de Memoria Democrática habla del “impulso de las políticas de memoria democrática desde la finalización de los conflictos que tuvieron lugar en el siglo XX”, entre los que solamente cita el Holocausto, con olvido de las víctimas de la revolución rusa, régimen estaliniano y Europa comunista: entre 60 y 80 millones entre los años 1917 y 1987.

Continúa diciendo que “se ha convertido en un deber moral que es indispensable fortalecer para neutralizar el olvido y evitar la repetición de los episodios más trágicos de la historia. Las políticas de memoria democrática -seguimos en la exposición de motivos- deben fomentar su vertiente reparadora, inclusiva y plural”. ¿Han olvidado la amnistía de la Transición, las reparaciones materiales a los funcionarios de la República y la Constitución, que supuso el abrazo fraternal de las generaciones en litigio, el retorno de los exiliados, la búsqueda de víctimas enterradas en lugares desconocidos?

La exposición de motivos recuerda también, refiriéndose naturalmente a España, que “.esos periodos democráticos eran abruptamente interrumpidos por quienes pretendieron alejar a nuestro país de procesos más inclusivos, tolerantes, de igualdad, justicia social y solidaridad”, pero también aquí falla la memoria –porque tienen memoria sectaria- y hacen caso omiso del golpe de Estado de 1934, en el que el PSOE tuvo un importante protagonismo.

Si entramos en el articulado nos encontramos con cosas como éstas:

Ilegitimidad de todos los tribunales que actuaron durante la guerra, y de sus sentencias; nulidad de las sentencias dictadas durante la dictadura por el Tribunal de Represión de la Masonería y el Comunismo, el Tribunal de Orden Público, y los Tribunales de Responsabilidades Políticas y Consejos de Guerra; creación un Plan de Memoria Democrática, de duración cuatrienal, un registro de víctimas, el llamado Consejo Territorial de Memoria Democrática y…

¿Significará esto que no se podrá hablar, con propósito investigador, analítico y crítico, de esas sentencias declaradas nulas? Si la respuesta fuera negativa, ¿se destruirán los millones de sumarios depositados en los archivos militares territoriales y otros?, ¿se prohibirá a los investigadores acceder a ellos, en el caso de que se conserven?, ¿hasta cuándo se mantendrán los planes cuatrienales de Memoria Democrática?

OLVIDO HISTÓRICO DEMOCRÁTICO
Veo una omisión importante en este proyecto de ley: la declaración expresa de olvido histórico democrático de todas las civilizaciones que invadieron nuestro territorio –celtas, fenicios, cartagineses, griegos, romanos, visigodos, musulmanes, almorávides, almohades, franceses, ingleses.

Esta apostasía de una parte importante de nuestra historia, ¿debería incluir la quema de bibliotecas, archivos, monumentos y otras manifestaciones culturales?

Y ahora, más en serio, y sin ánimo de ofender a nadie: ¿es posible enseñar, simplemente, a nuestros niños y jóvenes lo que ha sucedido en España a lo largo de los siglos, y que por ello y pese a ello, ellos, sus padres y sus abuelos estamos en el siglo XXI?

La historia es la memoria de un país, pero nunca debe usarse con resentimiento y para la represalia, porque viviríamos aislados y perderíamos la condición de seres sociales. Hay que enseñar la historia sin espacios en blanco, porque todo lo que ha sucedido nos ha permitido llegar hasta hoy. @mundiario
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Alfonso García

Dedico mi tiempo libre a escribir artículos de opinión en El Correo Gallego y en Mundiario.com, y monografías sobre temas diversos. Actualmente corrijo y amplío mi último libro, “Algunos abuelos de la democracia (Iglesias, Zapatero, Rajoy, Sánchez, Rivera)”, con semblanzas de “otros abuelos” de políticos de hoy, como los de Aznar, Casado, Maíllo y Lastra, entre otros. También actualizo museofinanciero.com, un museo virtual de documentos antiguos relacionados con el sistema financiero español y el ferrocarril. Gracias por tu visita.
Alfonso García López (Madrid, 1942), jubilado como notario y escritor.