a pasada semana usaba una fábula como coartada para mi comentario; hoy lo haré con refranes, dichos y sentencias.
Unos y otros son expresión de la forma de entender la vida en un tiempo y una sociedad determinada. De otro modo: sabiduría popular, confirmada por la repetición de sucesos o comportamientos.
Son de fácil memorización, frecuentemente con rima, y expresados en términos sencillos porque nacen en el pueblo y a él van dirigidos.
Cuando alguien utiliza un refrán, no es infrecuente que el interlocutor responda con otro que lo contradice; también para esta circunstancia existe un refrán: “Hay refranes y dichos para todos los gustos”. Lo que confirma una obviedad: la diversidad de opiniones, posturas y actitudes que siempre ha existido ante un mismo suceso.
Su repetición invariable a lo largo del tiempo, o con ligeras variantes según regiones y países, es otro rasgo de esta pseudo filosofía popular. El Quijote es un compendio de ellos; el caballero, y sobre todo su escudero, razonaban y exponían opiniones, encadenando refranes, dichos y sentencias. Saber encajarlos oportunamente en una conversación exige su conocimiento, y el significado tradicionalmente atribuido.
Muchos de ellos siguen vigentes al amparo de “Refranes viejos son verdaderos”, aunque haya que interpretarlos según las costumbres del presente.
También hay quien los desprecia, aunque, paradójicamente, utilicen otro para justificar su postura: “Los refranes y las tejas son cosas de casas viejas” o “Los refranes y los dichos viejos son solo para los pendejos.”
Aristóteles ilustraba a los hombres de su tiempo con esta expresión: “Los dichos de los ancianos deben obedecerse como una ley.” También el Caballero de la Triste Figura tenía una opinión positiva de los refranes: “Todos son verdaderos por ser sentencias breves sacadas de la larga y discreta experiencia.”
“¡Oh, fuerza de la adulación, a cuánto te extiendes, y cuán dilatados son los límites de tu jurisdicción agradable!” Sabia reflexión aplicable a las frecuentes alabanzas y lisonjas dirigidas a políticos y ciertos personajes “populares”, recibidas con vanidosa complacencia por sus destinatarios, sin detenerse a pensar en su merecimiento.
“La verdad, cuya madre es la historia, émula del tiempo, depósito de las acciones, testigo de lo pasado, ejemplo y aviso de lo presente, advertencia de lo porvenir.” ¡Cuántas veces se prostituye el concepto verdad, con mentiras, apariencias, medias verdades, ocultamiento o mediante la utilización del cambio circunstancial y lícito de opinión, como falso sinónimo!
“Que tus obras hagan verdaderas tus palabras.” Promesas incumplidas por parte de los políticos, sin rubor, sin que sean reclamadas ni puedan serlo, que suelen contar con la complicidad del olvido y el pasotismo de los votantes.
“Una cosa es escribir como poeta y otra como historiador: el poeta puede contar las cosas, no como fueron, sino como debían ser; y el historiador las ha de escribir, no como debían ser, sino como fueron, sin añadir ni quitar a la verdad cosa alguna.” En este caso, ni el señor ni el escudero, sino el Bachiller Carrasco. ¿Qué pensarán quienes creen cambiar el curso de la historia contando “su verdad”? Ilusos, manipuladores e inmorales quienes pretenden “vender gato por liebre”.
Sancho, muy sensatamente, supo refutar la opinión de quienes no le consideraban idóneo para gobernador: “No es menester ni mucha habilidad ni muchas letras para ser gobernador, pues hay por ahí ciento que no saben leer y gobiernan como unos gerifaltes.”
Don Quijote aplicaba al término izquierdear el sentido que mantiene el DRAE: “Apartarse de lo que dicen la razón y el juicio”. ¿Pedirá el progresismo que se retire del diccionario esta entrada o que se modifique su significado? @mundiario
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Buenas tardes.
Escrito muy interesante, basado, en el Quijote, y que nos recuerda la sabiduría del pueblo.y no estaría demás, que nuestros gobernantes repasarán, de vez en cuando , las frases del Bachiller Carrasco. Tal vez podrían mejorar sus métodos de gobernar.
Gracias, querido Alfonso
Un abrazo muy grande.
Paco Ares