Nunca he tenido habilidad para el dibujo o la pintura, sin embargo, hoy puedo representar mi estado de ánimo con una imagen, sencilla y expresiva, que revela mi estupor, perplejidad, desconcierto, confusión y desvalimiento.

Me siento como el niño que se que hace continuas preguntas a los adultos, y unas veces reciben respuestas comprensibles que admite y, en otras ocasiones, ante el silencio o las contestaciones absurdas o estúpidas, se olvida de los mayores.

¿Por qué no es posible el entendimiento entre quienes dicen defender la Constitución y la unidad de España?; ¿mienten al afirmarlo?

¿La misión de la oposición a los gobiernos tiene que ser, por definición, una actitud de crítica permanente a todo lo que hacen?; ¿es posible que no tengan la gallardía de admitir lo que objetivamente está bien?

¿El lenguaje de los políticos tiene que ser bronco, altanero, insultante -y hasta soez y chulesco, en ocasiones-, lleno de insultos, descalificaciones y provocaciones?; ¿no están reñidos esos modos con lo que ellos califican de cortesía parlamentaria y esa hipócrita forma de dirigirse unos a otros con la expresión “señoría”?

¿Por qué, con cierta frecuencia, retiran del acta de las sesiones parlamentarias determinadas frases o expresiones ofensivas?; ¿porque se sienten avergonzados y borrándolas no existieron, a pesar de que todos las oímos?

¿Por qué usan la mentira y la tergiversación torticera de la verdad como arma arrojadiza habitual contra el adversario?

¿Por qué abandonan los escaños, leen el periódico, dormitan o usan los teléfonos mientras otra “señoría” habla para sordos desde el atril?; ¿dónde está el respeto a los españoles, a quienes dicen representar?

¿Por qué todos pregonan libertad y cada día nos dicen por dónde tenemos que ir, cómo hacerlo y con quién?

¿Saben el valor que tienen ciertos símbolos, creencias e ideas, para quienes los usan y los sienten?; ¿por qué ridiculizan creencias religiosas, queman la bandera de España y la imagen del Jefe del Estado?

¿Por qué no abandonan la soberbia, la creencia de que son poseedores de la verdad y adoptan una postura de humildad en busca del entendimiento con el adversario?

¿Son conscientes de las promesas incumplidas y el engaño que ello supone?

¿Es tan difícil vivir con honradez el servicio público, a la vista de cómo la pisotean con formas tan variadas y tan frecuentemente?

¿Qué contacto directo mantienen con sus representados?; ¿por qué no se implanta en cada circunscripción la oficina del diputado, para dar respuesta a las preguntas de la gente de a pie?

Añadiré que mi perplejidad procede de cualquier punto de la rosa de los vientos partidarios.

No me avergüenzo de mis preguntas; son las respuestas, explícitas o implícitas, que algunas veces nos dan, las acreedoras de vergüenza, en palabras de Mario Benedetti.

Depositemos nuestra esperanza en el 2021. Feliz Año Nuevo. @mundiario

Alfonso García

Dedico mi tiempo libre a escribir artículos de opinión en El Correo Gallego y en Mundiario.com, y monografías sobre temas diversos. Actualmente corrijo y amplío mi último libro, “Algunos abuelos de la democracia (Iglesias, Zapatero, Rajoy, Sánchez, Rivera)”, con semblanzas de “otros abuelos” de políticos de hoy, como los de Aznar, Casado, Maíllo y Lastra, entre otros. También actualizo museofinanciero.com, un museo virtual de documentos antiguos relacionados con el sistema financiero español y el ferrocarril. Gracias por tu visita.
Alfonso García López (Madrid, 1942), jubilado como notario y escritor.