No sé nada de mitología, pero tengo un amigo experto en la materia que me ha resuelto algunas dudas y añadido curiosidades sobre las “amazonas”.
Entre los diversos significados etimológicos de la palabra “amazonas” se encuentra el siguiente: “sin hombres, sin maridos”; Herodoto las llamó “asesinas de varones” y otros, “las que luchan como varones”; entre los estudiosos de la cultura griega, unos les atribuyen existencia real y otros les consideran fruto de la ficción.
Supongo que ustedes, lo mismo que yo, se habrán preguntado alguna vez: ¿quién engendró a la primera “amazona”? Mi amigo Marcelino me explicó el secreto; según la mitología griega, los padres de las “amazonas” fueron el dios de la guerra, Ares, y la ninfa -según el DRAE “deidad menor femenina”, perdón por lo de menor – Harmonía.
Mis dudas y curiosidad continuaban e insistí. Si las “amazonas” eran conocidas como asesinas de varones, estos no se acercarían a ellas por muy aguerridos y machistas que fueran. Y ahora viene la pregunta: ¿cómo se garantizaba la continuidad de esta rara especie, aparentemente autosuficiente?, le pregunté a mi experto amigo.
Confirmó lo que parecía natural: los varones no podían tener acceso a ellas para mantener relaciones sexuales y carecían de permiso de residencia en su territorio, para evitar cualquier tentación carnal…, pero, añadió, convencidas de la conveniencia de mantener su especie, visitaban una vez al año, durante dos meses, a sus vecinos los “gargarios”, con propósito reproductor.
Naturalmente, había consecuencias -tenía que haberlas para lograr el objetivo de conservación de la raza-, que se resolvían de forma drástica y eficaz: los niños varones eran sacrificados, entregados a los varones o abandonados, y si alguno permanecía con ellas, los mutilaban y utilizaban como esclavos. Pragmatismo se llama esto y desigualdad, por supuesto.
Obviamente, las niñas eran objeto de toda clase de cuidados y preparadas para el trabajo, la caza y la guerra, que era lo que entonces se llevaba. También fueron emprendedoras, pues parece que fundaron varias ciudades-estado con ellas como únicas ciudadanas, entre ellas la de Mitilene en la isla de Lesbos.
Al año siguiente, nueva visita a los “gargarios” y aquí paz y después gloria.
Así de sencillamente me contó mi versado amigo mitólogo la historia de las “amazonas”. En ese momento me acordé de un chiste malo de mi juventud. Un mejicano machista decía “¡En Méjico todos somos muy machos!”; y el español le contestó: “Pues en España somos mitad y mitad y lo pasamos divinamente”.
Luego seguí pensando sobre la cuestión y llegué a una conclusión de perogrullo: los “gargarios” eran esclavos sexuales, acomodaticios, hombres objeto, sin personalidad.
Las “amazonas” me parecieron soberbias, porque admitieron la cópula inicial entre un dios con una ninfa, para ser consideradas también reinas, o princesas. Desde luego, eran crueles, dada la forma utilizada para deshacerse de los hijos varones, que no pintaban nada en su reino, o utilizarlos como esclavos. Y, ¡cómo no!, injustas, por el discriminatorio e interesado trato dado a los varones; Homero, según parece, muy sensamente, las consideraba iguales a los hombres.
Casi todo está ya escrito. Si las “amazonas” eran injustas, soberbias y crueles por mantener con los varones una absoluta desigualdad y desprecio, a conveniencia, parece también lógico pensar que el machismo recalcitrante de algunos varones y el feminismo a ultranza del siglo XXI, casi “amazónico”, imperantes hoy, son irracionales, inventados, ya vividos y desechados por la cultura griega, que se basaba en la lógica y el razonamiento.
Quedémonos con la opinión de Homero: igualdad entre hombres y mujeres, entendida en el sentido de igualdad en derechos, obligaciones, acciones y responsabilidades. @mundiario
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