Se supone que han dejado atrás -hasta el próximo año, naturalmente- las llamadas novatadas, que año tras año, desde tiempos remotos, se repiten; incluso, éste, a pesar de que se “estrenaba” la Ley 3/2022, de 24 de febrero de convivencia universitaria.
La televisión ha difundido este año -sabe Dios por qué motivo y de quién fue la idea- unas imágenes y unos alaridos que son repetición de los de cursos pasados, soeces, impropios de quienes se dicen universitarios, contrarios al buen gusto y todos los adjetivos peyorativos que cada uno quiera añadir.
No hay norma que pueda pretender impedir el lenguaje chabacano, grosero, burdo, basto, porque eso es cuestión de educación en la familia, en la sociedad y en la escuela: lo que antes se llamaba buenos modos o buenas maneras, y ahora se llama pijerío, está mal visto. Por lo tanto, algunos universitarios pipiolos y veteranos, que ya han adquirido semejante lenguaje, lo aplican, aprovechando que el Manzanares pasa por Madrid, en las novatadas, en una manifestación o en el día de…
¿Por qué no se ha hecho nada antes y cada año se repite la misma historia?, ¿por qué este curso alguien ha tenido un especial interés en difundirlo tan reiteradamente?, ¿por qué hablan de vejación y de falta de respeto quienes jalean, o callan, las injurias al Rey, al ejército, a la Guardia Civil o a la policía, y defienden a los raperos que incitan al odio y al delito?, ¿por qué algunos disculpan semejante comportamiento con “todos hemos sido jóvenes”, “es una tradición”, “resulta simpático”, y expresiones similares?
Resulta hipócrita que quienes se escandalizan del acoso a las universitarias -divertidas ellas, tristemente, según algunas manifestaciones- con canciones vulgares y groseras, callen ante algunas violaciones que se intentaron ocultar y olviden a las mujeres de otros países “amigos”, que sufren discriminación, violencia y vejaciones cada día. ¿Por qué no protestan contra esos hechos, aquí y fuera?
El azar ha querido que hayamos vivido en estos días otros hechos reñidos con la concordia entre todos los españoles, protagonizados por quienes también aplican la ley del embudo, como los otros, al admitir en un mitin la actuación de un grupo musical cuya canción insignia fue “Vamos a volver al 36” -quien necesite más detalles que busque la letra-.
Ligereza y falsedad se llama esta forma de actuar, la practique quien la practique, porque cada uno la pone en práctica cuando cree que conviene a sus intereses.
Todos, con nuestro aplauso, con el silencio y con el “tú más”, colaboramos para que la armonía sea imposible.
¡Cuántas veces tendremos que recordar los versos que Antonio Machado escribió hace ya más de 100 años: “Españolito que al mundo vienes”! @mundiario