Cómo será la “nueva normalidad” en cuanto a las relaciones sociales, económicas, políticas, internacionales y en tantos otros aspectos de la vida, tras la crisis del covid-19? Obviamente, los jóvenes, dueños del futuro, mirarán hacia delante, … pero ¿qué ven?.

Sin pretender ser adivino expondré algunas ideas que me sugiere el presente sobre el porvenir de la juventud. La primera es la incertidumbre en los ámbitos personal, familiar, social y laboral, debido a los cambios constantes que se suceden en todos los ámbitos y al abuso de los recursos naturales. Incertidumbre generadora de inseguridad e inestabilidad, que puede inducir a la búsqueda de refugios falsos, transitorios e inhibidores.

Parece que vivimos cada día en un mundo más solidario, porque las instituciones de ayuda surgen por doquier, pero, con frecuencia, suelen utilizarse para aliviar nuestras conciencias; vivimos una solidaridad a distancia, alejada del cuerpo a cuerpo que implica escuchar, hablar y conocer los problemas de los “otros”.

A lo que hay que añadir la insolidaridad que supone actuar sin valorar las consecuencias que nuestros actos pueden tener sobre los demás, guiados por una equivocada forma de entender la libertad.

Esta aparente solidaridad tiene también reflejo en las relaciones entre países, porque se trata de una solidaridad en la que prevalecen los intereses de cada país. Y los jóvenes observan estas contradicciones con perplejidad.

Los cambios en el concepto de familia pondrán de manifiesto sus consecuencias en el futuro, en relación con los hijos de las familias monoparentelares; los hijos procedentes de los llamados vientres de alquiler, encargados por parejas homosexuales, heterosexuales o personas solas; los hijos de matrimonios divorciados, alguno de cuyos miembros crea una unión homosexual.

¿Cómo serán las relaciones entre quienes componen estas nuevas formas de familia?, ¿percibirán alguna carencia natural?, ¿se sentirán diferentes a otras familias? Otro aspecto importante es el individualismo egocentrista, una falta de empatía que nos hace considerar al “otro” como mero instrumento para la consecución de nuestros objetivos.

Los nuevos principios marcados por la publicidad creadora de costumbres, y la educación en el seno de la familia y en la escuela, inducen a vivir por encima de nuestras posibilidades y a conseguirlo “todo” con facilidad, rapidez y el menor esfuerzo posible; se fomenta la igualdad, como valor más estimable que la equidad, y todos queremos emular a los prototipos que nos proponen.

Hay una exacerbada tendencia a la defensa de los derechos, olvido de las obligaciones y negativa a asumir las responsabilidades derivadas de unos y otras. ¿Por qué los jóvenes de hoy se alejan de la política?.

Tal vez porque los gobernantes no les inspiran confianza, no resuelven los problemas propios de su edad, les hablan en un lenguaje que no entienden, actúan de forma contradictoria y poco ejemplar.

Me temo que, si no ponen remedio, en el futuro este distanciamiento se acrecentará. Los riesgos para nuestros jóvenes son: Incertidumbre, inseguridad e inestabilidad; individualismo insolidario; alejamiento de la política; olvido de principios básicos de vida como el mérito y el esfuerzo, tanto en la familia como en la escuela y la sociedad. Naturalmente, hay que confiar en la fuerza y la ilusión propias de la juventud. @mundiario

Alfonso García

Dedico mi tiempo libre a escribir artículos de opinión en El Correo Gallego y en Mundiario.com, y monografías sobre temas diversos. Actualmente corrijo y amplío mi último libro, “Algunos abuelos de la democracia (Iglesias, Zapatero, Rajoy, Sánchez, Rivera)”, con semblanzas de “otros abuelos” de políticos de hoy, como los de Aznar, Casado, Maíllo y Lastra, entre otros. También actualizo museofinanciero.com, un museo virtual de documentos antiguos relacionados con el sistema financiero español y el ferrocarril. Gracias por tu visita.
Alfonso García López (Madrid, 1942), jubilado como notario y escritor.