El señor Rufián califica de fascistas a jueces y policías; Bildu y su entorno hacen apología del terrorismo y homenajean a los terroristas; en Cataluña se ciscan en el Rey, la bandera española, las decisiones judiciales, la Constitución… Y no pasa nada, porque es libertad de expresión.
Ahora, PSOE y Podemos quieren modificar el Código Penal para favorecer a los presos catalanes e incluir como delito la exaltación del franquismo, casi 50 años de que Franco muriera en la cama.
Permítanme que prescinda de mi opinión y, en lo que sigue, incluya un ramillete de expresiones escritas y firmadas por el abuelo de uno de los políticos de hoy que tan denodadamente defienden la modificación del Código Penal.
¿Estas expresiones constituyen apología del franquismo?:
> “… reconociendo en su excelencia al genuino y glorioso salvador de nuestro país … volviendo por las viejas tradiciones gloriosas … en su corazón magnánimo de heredero insigne de las glorias de aquellos reyes y teólogos españoles de nuestro Siglo de Oro…”
> “… nos ofrecían un puesto en la labor ingente de reconstruir a España, a los que estuviéramos brizados en los brazos arcaicos y renovados del país que unificara Isabel.”
> “Sostengo el Imperio que SE (Su Excelencia) funda.” (refiriéndose al Imperio fundado por Franco)
> “Señor de España y Enviado de Dios…”
> “… esta civilización occidental y romana, que en su Hispanidad siempre grávida, de hombres e ideas, dará nuevos Trajanos, Sénecas, Adrianos y sostendrá Trentos y Niceas con sus teólogos, y hará una línea ascendente hasta el Imperio Azul, por Dios, con capitanes que, como V.E., puedan ceñir con honor la espada de Don Fernando o de Don Carlos.”
> “Serenísimo Señor y Príncipe de Santiago (refiriéndose al general Franco)”.
> “… quien como V.E. está por encima de Códigos y Leyes”.
> “… recurriendo a argucias de los primeros cristianos en las catacumbas de la Roma pagana y cesárea” (hablando de su matrimonio católico celebrado en Madrid en 1938).
Y, como perla final, lean el rebuscado argumento con el que solicita la conmutación de la pena de muerte:
“… morir por una causa bella es alegre y digno, la vida es un acto de servicio y la vida religiosa es milicia, dijo nuestro San Ignacio, militar y español como V.E. …, pero morir por algo tan torpe y miserable como fue la causa roja, es una doble muerte, ineficaz y estéril… Quiero colaborar con mi pobre persona en su Obra Eterna; no quiero morir por una causa antiespañola, y por ende, anticristiana;…; necesito, como Raimundo Lulio, lavar en el martirio por la causa santa y justa –la de Franco- el delito de una juventud a la que se engañó miserablemente en la Universidad de Sevilla.”
En mi último libro –“Algunos abuelos de la democracia”- he defendido a Manuel Iglesias de las mentiras que se han dicho sobre él, y, con el mismo respeto a la verdad, le digo a Pablo Iglesias: no nos cuente más milongas sobre su abuelo. En el ejemplar que le envié hace un año al Congreso de los Diputados ha tenido usted la oportunidad de saber sobre él algo más de lo que aquí cuento. @mundiario