El ambiente político que vivimos resulta fatigoso y agobiante; cada día oímos un despropósito igual o mayor que el del día anterior -naturalmente, en mi opinión.
Acabamos de conocer el resultado de la revisión de la Sentencia del Tribunal Supremo contra los independentistas condenados, necesaria por la reciente modificación del delito de malversación: el Tribunal, por unanimidad, mantiene la condena de 13 años de inhabilitación -inelegibilidad política- por desobediencia y malversación, para Oriol Junqueras y otros tres condenados.
Ahora no pueden agarrarse al voto particular de un magistrado; el compadreo llegó a modificar el delito de malversación, a la carta, pero no hay compadreo posible con el Tribunal Supremo; el incumplimiento de la ley en un Estado de Derecho no puede salir gratis, porque dejaría de llamarse Estado de Derecho.
Pero…siempre tienen razón. Chismorrean que los magistrados han actuado con “voluntad de venganza” y “han retorcido el Código Penal”.
En la aplicación de la Ley no existe la venganza: sencillamente, a cada hecho punible regulado en el Código Penal le corresponde una sanción, independientemente de que el condenado sea rubio o moreno, nacionalista o independentista. Las reglas del juego político son previas y conocidas por todos, lo mismo que las consecuencias de su incumplimiento.
Habla también el señor Junqueras de «¡malversación de pensamiento!»; esto tendrá que aclararlo, porque es difícil de entender para mí, pese a decirlo en español.
Y añade otro argumento, torticero, retorcido, como cargándose de razón: “…el mismo Supremo reconoce que el independentismo no podrá ser perseguido a no ser que actúe de manera explícitamente violenta.»
El TS, en su resolución, hace tal afirmación para recordarnos que atentar contra la unidad de España -artículo 2 de la Constitución- ya no es delito, tras la supresión de la figura de la sedición, si no existe violencia; con lo cual, nos recuerda, que el Estado queda desprotegido, con los brazos caídos como el boxeador sonado.
Desde el Gobierno nos hablan de las bondades de lo legislado, afirmando que ahora hay normalidad en Cataluña porque se ha desjudicializado la situación, cuando lo que se ha hecho ha sido suprimir el delito, y sin delito tipificado, claro, no hay judicialización.
Por otra parte, los independentistas continúan con sus exigencias de amnistía y referéndum, amenazan con recurrir a Europa, y reiteran su propósito de repetir… Si siguen incumpliendo la Ley y las sentencias de cualquier instancia, el Estado tiene que defenderse.
Cuando las decisiones judiciales no se atienen a su interpretación de la Ley- de la ley de independentistas y de Podemos-, recurren al infantil, soberbio y antidemocrático argumento de que los jueces no saben aplicar la Ley, la aplican con ánimo vengativo, con espíritu machista o como lo haría un fascista.
¡Ay, españolito que al mundo vienes! @mundiario