Los Juegos Olímpicos despiertan un enorme interés en todo el mundo, por lo que representan en el ámbito deportivo.

Además, habría que recordar y recalcar el significado de los tres valores olímpicos: “más alto, más lejos, más fuerte”, su lema, que se refiere al esfuerzo y excelencia de los atletas; la amistad y la comprensión entre los deportistas participantes, representadas por la llama olímpica, y, finalmente, el respeto y la fraternidad entre los pueblos del mundo, simbolizados en los cinco aros olímpicos.

Uno de estos tres valores, el respeto, se ha visto dañado en el acto de inauguración, al menos para una parte importante de los deportistas participantes y de los habitantes del mundo.

Uno de los espectáculos de la apertura consistió en una parodia de la “La Última Cena”, pintura de Leonardo da Vinci que rememora un momento trascendental de la vida de Jesús -su reunión con los 12 apóstoles para despedirse antes de su muerte-, que tiene un enorme significado para los cristianos.

El director artístico del espectáculo, el francés Thomas Jolly, ha pretendido arreglarlo manifestando que su objetivo era simbolizar la igualdad de los seres humanos en todos los ámbitos, y la inclusión social.

Y añadió que el show no estaba basado en el cuadro de Leonardo da Vinci, sino en “El festín de los dioses” de Giovanni Bellini. Vana escusa para esconder el despropósito, pues la escenografía de la representación -mesa, elementos de ella, distribución de los personajes y vestimenta- trae a la memoria de quien tenga un mínimo de cultura, el mural “La Última Cena”.

Las críticas han llegado desde numerosos ámbitos: países, ideologías y creencias religiosas. Los organizadores de París 2024, se han disculpado públicamente.

Con el espectáculo de Jolly se ha conculcado el principio olímpico del respeto entre los pueblos y los participantes, representado por los cinco anillos olímpicos, al utilizarse de forma burlesca una escenografía basada en un hecho trascendental para los cristianos.

Y me llama poderosamente la atención que el creador de esta mofa, haya nacido en Francia y la haya presentado París, que sufrió un sangriento atentado islamista contra el semanario satírico Charly Ebdo (año 2015), por publicar unas caricaturas de Mahoma. Es decir, por herir la sensibilidad de un colectivo religioso.

Hacer escarnio de la religión musulmana, tiene un precio; lo vemos con frecuencia. Sin embargo, hacerlo contra el cristianismo sale gratis, porque el Evangelio está impregnado de ideas y valores como prójimo, caridad, perdón, fraternidad, misericordia, que detienen a los cristianos cuando acuden a su conciencia sentimientos de ira, resentimiento, odio o venganza.

Días después del trágico e inconcebible atentado, el semanario Charly Ebdo volvió a publicar las caricaturas, con el titular “Todo eso por esto”.

Se puede rechazar el fanatismo, pero la prudencia y el respeto, el de los valores olímpicos y el basado en el sentido común, deberían servir de freno para no herir los sentimientos y convicciones personales de cientos de millones de personas. @mundiario
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Alfonso García

Dedico mi tiempo libre a escribir artículos de opinión en El Correo Gallego y en Mundiario.com, y monografías sobre temas diversos. Actualmente corrijo y amplío mi último libro, “Algunos abuelos de la democracia (Iglesias, Zapatero, Rajoy, Sánchez, Rivera)”, con semblanzas de “otros abuelos” de políticos de hoy, como los de Aznar, Casado, Maíllo y Lastra, entre otros. También actualizo museofinanciero.com, un museo virtual de documentos antiguos relacionados con el sistema financiero español y el ferrocarril. Gracias por tu visita.
Alfonso García López (Madrid, 1942), jubilado como notario y escritor.