Aunque la gallina ciega ha sido siempre un juego infantil, practicado por los adultos puede convertirse en algo perverso.
Al finalizar los consejos de ministros la Ministra Portavoz, para congraciarse con su presidente y su partido, ella misma se cubre los ojos con un pañuelo y, a partir de ese momento, ya no sabe si se encuentra en la rueda de prensa oficial, institucional, en la que debe informar sobre los acuerdos adoptados, o en un mitin en cualquier pueblo de su Ciudad Real natal aleccionando a sus partidarios en tono mitinesco, mediante la crítica torticera, inelegante y ventajista a la oposición.
Con más frecuencia de la deseada cree que está en un mitin por La Mancha y confunde a los periodistas con sus correligionarios, quizá influida por el ejemplo de su paisano Don Quijote, que vio enemigos en lo que sólo eran molinos. Sin embargo, me inclino a pensar que no se trata de una alucinación -como le sucedía al bueno de Don Alonso Quijano-, sino de una gallina ciega tramposa que ve por debajo del pañuelo, por convenio previo con quien le vendó los ojos.
sto puede explicar su maleducada, oportunista y ventajista actitud, muy frecuente, acrecentada ahora en la campaña electoral; eso sí, siempre con una sonrisa en el semblante. Repasen en internet la recopilación oficial de las ruedas de prensa de los consejos de ministros.
Los ataques al PP son habituales: “partido antisistema”; la crítica por abstenerse en la moción de censura; su hermanamiento con la “ultraderecha”; chantaje en la renovación de órganos constitucionales; “el señor Feijóo no lidera nada y obedece a los ultras”; “no apoya ninguna medida del Gobierno”; crítica furibunda con motivo del incidente de protocolo provocado por la actitud caprichosa del señor Bolaños el día de la Comunidad de Madrid, y un largo etcétera fácilmente comprobable.
Este comportamiento también lo adoptan en ocasiones otras ministras habituales en las ruedas de prensa -las de Trabajo, Transición Ecológica, Hacienda e Igualdad, por ejemplo-, gallinas ciegas tramposas como la portavoz.
Otra costumbre de la portavoz es salirse por los cerros de Úbeda, o no responder a determinadas preguntas incisivas de los periodistas; curiosamente, cuando la critican porque ha dicho cosas improcedentes, se escuda en “me lo han preguntado los periodistas”.
Naturalmente, a sus correligionarios les agradan estas actuaciones, pero quien reflexione sobre esta actitud con un mínimo de rigor y objetividad, concluirá que la rueda de prensa posterior al Consejo de Ministros no es un mitin, sino un acto institucional. Distinga los escenarios.
A este uso inadecuado, en mi opinión, de las instituciones, se une la presencia de cuatro miembros del Gobierno -Díaz, las dos Montero y Garzón en Madrid e Iceta en Barcelona- en la cabeza de la manifestación sindical del día 1 de mayo. Detrás de ellos se podían leer numerosas pancartas contra el sector empresarial -una de ellas, “la banca ya al banquillo”. Esto sucedía cuando las conversaciones de sindicatos y patronal para subir los salarios debían estar ya muy avanzadas, si no acordadas, pues el anuncio se hizo sólo cuatro días después.
No jueguen a la gallina ciega tramposa, sepan estar y sepan dónde están: no se puede hablar del mismo modo en una rueda de prensa institucional que en un mitin. @mundiario
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