Si nos atenemos a los proyectos y anteproyectos de ley que tienen en estudio el Gobierno y el Congreso, padres, niños y adolescentes tienen ante si un programa de reformas legales que influirán notablemente en su educación como personas.
Se reformará la ley del aborto –eufemísticamente llamada “Ley de salud sexual y reproductiva y de la interrupción voluntaria del embarazo”- para permitir a las jóvenes menores de 16 años que aborten sin necesidad del consentimiento de los padres. Ello en cumplimiento de ese supuesto derecho creado por el movimiento de la igualdad de género, “somos dueñas de nuestro cuerpo”. Curiosamente, esta norma entrará en contradicción con otras relativas a las relaciones padres-hijos, en materia sanitaria, escolar y responsabilidad, entre otras.
Mi respeto ante el dolor y el sufrimiento de quienes viven enfermedades degenerativas, limitativas y dolorosas, que les convierten en dependientes de su entorno de forma permanente. Se puede hacer mucho más para aliviar su situación, a través de la mejora de la sanidad, la ampliación de los cuidados paliativos en el domicilio y las ayudas materiales. El hecho es que el proyecto de ley de la eutanasia sigue adelante. Supongo que será explicada a niños y adolescentes, de forma transversal, como se dice ahora, en las escuelas.
¡Ah, otra tarea importante!: la ley de memoria democrática, una parte de cuyo contenido se incluirá en el currículo escolar para que los niños sepan de donde vienen. Ellos, los niños, los jóvenes, todos, somos una consecuencia de la historia de nuestra familia y de la de España, desde los íberos y los celtas, pasando por invasores diversos, los Reyes Católicos, los Austrias, los Borbones, repúblicas, franquismo y la Constitución de 1978, aunque la coalición gobernante pretenda borrar o cambiar una parte de nuestra historia. Y aquí estamos, gracias a todo lo que nos ha sucedido.
Dado que las jóvenes de menos de 16 años son dueñas de su cuerpo, el pregonado principio de igualdad ha aconsejado a Podemos proponer que se pueda ejercer el derecho al voto a partir de esa edad. ¿Se ha valorado adecuadamente su madurez para analizar críticamente propuestas políticas, comportamiento de los partidos, campañas electorales, etc. y elegir posteriormente una opción?, o, ¿más bien, se trata de un banco de peces en el que pescar con facilidad?
La LOMLOE –Proyecto de Ley Orgánica de reforma de la LOE- contempla conceder a las comunidades autónomas el derecho a decidir con cuántos suspensos los alumnos pueden pasar al curso siguiente e, incluso, obtener las titulaciones de ESO y Bachillerato. Esta ocurrencia debe encuadrarse también en el sacrosanto principio de la igualdad de todos los seres humanos llevado hasta las últimas consecuencias.
Los romanos, que nos dejaron una gran herencia, de la que aún seguimos viviendo, decían que la base de la justicia estaba constituida por tres principios: “vivir honestamente, no dañar a otro y dar a cada cual lo que es suyo”, entendiendo esta última frase como lo que a cada uno le pertenece en función de mérito, esfuerzo, conocimiento, preparación,… y tantos otros valores. La igualdad, en muchos casos, puede ser tan injusta como la desigualdad lo es en otros.
¿Qué estímulo tendrá un gran número de jóvenes para formarse, si saben que al final de curso serán promocionados al siguiente cualquiera que sea su nivel de conocimientos? Probablemente, los más perjudicados serán los niños y jóvenes de familias con un nivel cultural más bajo, con lo que la brecha social tenderá a agrandarse.
En la educación –independientemente de consideraciones económicas, sociales o ideológicas- prescindir de valores como el trabajo bien hecho, la relación mérito-recompensa, obligación-responsabilidad, trabajo en equipo, esfuerzo, orden, compromiso, curiosidad, creatividad, emprendimiento, autodisciplina, respeto,…, conduce a resultados nefastos.
Estas cosas suceden porque quienes hoy no tienen en cuenta esos principios, piensan que a largo plazo todos estaremos calvos. @mundiario