La actividad política, que debería ser dignísima por tener como función el servicio a los ciudadanos, está alcanzando límites intolerables, protagonizados por algunos de los que se dedican profesionalmente a ella.

Da la impresión de que no somos muy conscientes de la situación, muy parecida a la de los prestidigitadores cuando utilizan su sombrero y la varita mágica para distraernos de lo esencial: los problemas que realmente nos afectan y preocupan a todos.

Hace unos días, el señor Bárcenas declaraba ante el Juez de la Audiencia Nacional, con arrogancia y naturalidad: “Conseguir que te reciba un ministro vale dinero”, frase con la que justificaba las supuestas mordidas ofrecidas por quienes deseaban “conocer” los planes de un ministerio. Una forma de vida.

En la Asamblea de Ceuta representantes de dos partidos políticos se cruzaron palabras como “eres un mierda, tonto y gilipollas”. Aunque expresiones similares son frecuentes en los foros representativos, no podemos acostumbrarnos.

Ante la pregunta de si Cuba es un dictadura, la nueva ministra portavoz respondió que España es una democracia; y se mantuvo en sus trece ante las repreguntas de los periodistas. Hablan al dictado del argumentario oficial.

Ahora son fuegos artificiales para que el personal mire hacia arriba y se olvide de los problemas terrenales: “Hay que sustituir el término patria por el de matria… porque las madres no discriminan”. Bien sencilla es la solución, señora Díaz, utilice la expresión “madre patria”, porque hay igualdad de género y, además, la patria no es patrimonio exclusivo de nadie, acoge a todos.

¿Nos hemos olvidado de la promesa de Pedro Sánchez, previa a la moción de censura del año 2018, “convocar elecciones cuanto antes”?

En la campaña de marketing internacional del Presidente del Gobierno, cuando un periodista le preguntó cómo le gustaría que le recordarán, respondió “… por la respuesta a la pandemia”. Ha olvidado la desproporción del número real de fallecidos, personal sanitario contagiado e índice de contagios, en relación con la población. Añadamos desabastecimiento de recursos imprescindibles, ridícula polémica sobre las mascarillas, ignorantes previsiones de impacto en España, varapalo del Tribunal Constitucional sobre la declaración del estado de alarma…

Pero es que tuvo la desfachatez de añadir, muy ufano, que “España es medalla de oro mundial en vacunación”: ¿gracias al Gobierno o a la eficacia del sistema sanitario en las comunidades autónomas?

Tal vez, su máxima patraña ha sido –también en respuesta a un periodista en su viaje a USA: “Soy un político que cumple, la oposición solo grita.”

La oposición cumple su papel, aunque algunas veces -no le quitaré toda la razón- la oposición de ahora, lo mismo que la suya y la de su partido en otros momentos, critique por sistema todo lo que se hace desde el Gobierno, con razón o sin razón.

En cuanto al “yo cumplo”. Hay que tener desfachatez, descaro, cinismo y osadía para hacer semejante afirmación, quien es paladín de promesas solemnemente proclamadas e incumplidas. Le recordaré algunas: no pactaré con Podemos ni con Bildu (“si quiere se lo digo cinco veces”); no concederé indultos a los condenados independentistas catalanes; de delito de rebelión y sedición en Cataluña –“clarísimamente lo ha habido”- pasó a reducirlo a delito de sedición; “vamos a derogar la reforma laboral del PP…”, que se convirtió en “rectificar”; entre otras, que ustedes recordarán.

¿Hasta cuándo, a dónde nos lleváis, felones, corruptos, los que escribís al dictado, los soeces y groseros, los desleales…? @mundiario

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Alfonso García

Dedico mi tiempo libre a escribir artículos de opinión en El Correo Gallego y en Mundiario.com, y monografías sobre temas diversos. Actualmente corrijo y amplío mi último libro, “Algunos abuelos de la democracia (Iglesias, Zapatero, Rajoy, Sánchez, Rivera)”, con semblanzas de “otros abuelos” de políticos de hoy, como los de Aznar, Casado, Maíllo y Lastra, entre otros. También actualizo museofinanciero.com, un museo virtual de documentos antiguos relacionados con el sistema financiero español y el ferrocarril. Gracias por tu visita.
Alfonso García López (Madrid, 1942), jubilado como notario y escritor.