En estos días previos a la Navidad, la comisaria de Igualdad de la UE ha dado a conocer una “guía de comunicación inclusiva”, con el objetivo de proteger la sensibilidad de minorías sexuales o religiosas. Entre las palabras que recomendaba retirar de la circulación: Navidad, para sustituirla por “fiestas”.
Helena Dalli es una política socialista, de Malta, sin ascendencia ni orígenes islámicos, por lo que, a mí al menos, me llama más aún la atención su iniciativa.
Los europeos nos quejamos de la fuerte presencia islámica en Europa y de su creciente influencia en los ámbitos político, cultural, social, religioso, costumbres, etc., pero resulta que algunas instituciones y gobiernos europeos, en una confusa interpretación de conceptos como justicia, igualdad e inclusividad, promueven estas iniciativas, que suponen abdicación de los principios, valores, historia, cultura y religión sobre los que se asentó la civilización en nuestro continente y la de la propia UE.
El preámbulo del Tratado de la Unión Europea se inspira “en la herencia cultural, religiosa y humanista de Europa”. Por otra parte, su articulado tiene innumerables referencias a términos como democracia, paz, libertad, respeto de los derechos humanos y libertades fundamentales, Estado de Derecho, dignidad humana, pluralismo… Principios que no están reñidos con la acogida a quienes tienen orígenes y costumbres esencialmente diferentes, ni con el necesario respeto de éstos a las normas y formas de vida propias de la tierra que los recibió; y este respeto debido no puede calificarse, en modo alguno, de trato desigual o discriminación.
La propia bandera de la UE está inspirada en profundos y concretos principios religiosos, y su aprobación el 8 de diciembre del año 1958 por el Consejo de Europa revela una clara voluntad de vivir y organizarse conforme a esos principios básicos de la cultura de Europa.
Nos escandaliza la reciente propuesta de la comisaria Dalli, pero desde hace unos años es un hecho que la Navidad se ha convertido en “fiestas”, en ámbitos muy diversos: luminarias de las calles, ajenas al sentido navideño; publicidad; forma de celebración, al tiempo que en las felicitaciones a familiares y amigos se ha sustituido el Feliz Navidad, por la impropia expresión Felices Navidades o la laica Felices Fiestas. Los villancicos, tan españoles y arraigados en nuestra historia más remota, han sido sustituidos por música sudamericana o de discoteca y el abeto ha hecho perder terreno al “nacimiento”.
Obviamente, hay que respetar las creencias y sentimientos de todos, pero eso no incluye que tengamos que renunciar a los nuestras y que los demás se sientan discriminados por nuestras celebraciones.
Con el máximo respeto a todas las creencias, permítanme que regrese a mi niñez –muchos de ustedes también lo harán a la suya- para recordar con cariño y nostalgia a nuestros mayores, que nos transmitieron sus creencias y principios:
Ya vienen los reyes por el arenal.
Ya le traen al Niño un rico pañal.
Pampanitos verdes, hojas de limón,
la Virgen María, madre del Señor.
Oro trae Melchor, incienso Gaspar
y olorosa mirra, el rey Baltasar.
Pampanitos verdes, hojas de limón,
la Virgen María, madre del Señor.
Ya viene la vieja con el aguinaldo.
Le parece mucho, le viene quitando.
Pampanitos verdes, hojas de limón,
la Virgen María, madre del Señor.
¡Feliz Navidad! @mundiario
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