Felicidad-desgracia, alegría-tristeza, salud-enfermedad, bien-mal, sosiego-intranquilidad, amistad-enemistad, equilibrio-inestabilidad, bienestar-dolor, logro-frustración,… una larga sucesión de sentimientos y emociones que todos los seres humanos, independientemente de cualquier condición –edad, sexo, cultura, ideología, nivel social o económico, raza-, experimentamos a lo largo de nuestra existencia.
Aunque sabemos que la vida es así, contradictoria y cambiante, aspiramos, inútilmente, a que sea una sucesión de impresiones positivas, como si ese estado fuera el ideal, cuando no es más que una utopía inalcanzable. Esta frustración de no alcanzar un estado permanente de felicidad, alegría, salud, equilibrio, bienestar, logro,…, nos impide comprender que las emociones positivas sólo son posibles si admitimos la existencia de las negativas.
La alegría no podría recibir ese nombre si fuera permanente, porque la consideraríamos el estado habitual; sólo conocemos lo que es la alegría y su disfrute, porque existen la pena y la tristeza, sentimientos que nos enseñan el verdadero significado del júbilo, del regocijo y del gozo.
Obviamente, con la salud sucede lo mismo; sólo disfrutamos de ella verdadera e intensamente, cuando vivimos una enfermedad y esperamos la recuperación. Y asociada a la salud está la emoción del bienestar, que sólo existe cuando sufrimos dolor y una mano fraternal, amiga o profesional, nos libera del sufrimiento experimentado. Tal vez este supuesto sea el mejor ejemplo para entender que todos los sentimientos positivos existen por comparación con otros de signo negativo.
Nadie sería feliz, si siempre fuera feliz, admítanme la aparente contradicción; nadie valoraría la amistad si no hubiera experimentado antes la frustración de una enemistad; nadie disfrutaría del sosiego, del equilibrio habitual en su vida, sin antes haber padecido la intranquilidad y la zozobra.
Aspirar a las emociones positivas continuas, conduce, inevitablemente, a la frustración y a la ansiedad. Hemos de admitir con esperanza, no como ilusos, que ni las sensaciones negativas van a ser permanentes, ni podremos disfrutar siempre de un estado de placidez o satisfacción.
En suma, hemos de contemplar los episodios negativos que la vida pone ante nosotros, como previos y necesarios para gozar plenamente con los acontecimientos positivos, cuando lleguen.
Actitud positiva y esperanzada ante lo negativo y actitud realista ante lo positivo. Rabindranath Tagore lo expresó mucho mejor, con esta poética frase:»El bosque sería muy triste si sólo cantaran los pájaros que mejor lo hacen.” @mundiario