Va llegando a su fin este Año Santo -jubilar o de perdonanza- prorrogado, en el que se podrían alcanzar las 400.000 “compostelas” selladas; cifra a la que se añadirían los peregrinos que prescindieron del trámite. De ellos, más de un 60 % utilizan el Camino Francés, en torno a un 16% el Camino Portugués, en tanto que el Camino Inglés representa tan solo un 3% de peregrinos.

Este récord histórico está estrechamente ligado a la persistente promoción del Camino llevada a cabo por instituciones como la S.A. de Xestión do Plan Xacobeo, Academia Xacobea, las numerosas asociaciones de amigos del Camino de Santiago esparcidas por España y Europa, así como otras instituciones, entre las que se encuentra la Real Orden de Caballeros de María Pita de La Coruña.

El Camino, además de su sentido religioso, sigue siendo vía de intercambio de cultura y costumbres, de exaltación de la naturaleza, fomento de la fraternidad y dinamización económica de los territorios que atraviesan las diversas rutas que conducen al sepulcro del Apóstol.

Creo que el Camino olvidado es el Camino Inglés, si nos atenemos a la importancia que tuvo entre los siglos XI y XVI, pues atrajo a miles de peregrinos del norte de Europa desde Islandia, Islas Orcadas y Feroe, Irlanda, Inglaterra, Suecia, Noruega, Finlandia, Polonia, norte de Alemania y Dinamarca.

Estas peregrinaciones estuvieron vinculadas, principalmente en los años jubilares, a las expediciones de cruzados, que tocaban en el puerto de La Coruña para impetrar ante el Apóstol su ayuda en la defensa de los Santos Lugares frente al Islam. Más tarde, las flotillas comerciales de la Liga Hanseática que partían de los puertos de los mares Báltico y del Norte, admitían peregrinos con destino al puerto de La Coruña; finalmente, en los siglos XV y XVI llegaron a existir líneas regulares para transportar peregrinos desde puertos del sur de Inglaterra con destino a Coruña.

Reducir hoy la denominación Camino Inglés al recorrido entre las ciudades de Ferrol o Coruña y Santiago, es empequeñecerlo y olvidar la historia. De ahí la conveniencia de su revitalización, no sólo en España sino también en el norte de Europa, a través de la amplia red de asociaciones jacobeas europeas.

Diré como anécdota, que hacen escala en el puerto de La Coruña con regularidad tres cruceros turísticos bautizados con nombres que rememoran el anclaje de los navíos hanseáticos en la zona del Parrote: Hanseatic Inspiration, Hanseatic Spirit y Hanseatic Nature.

Naturalmente, las peregrinaciones marítimas eran menos confortables que los viajes turísticos de estos peregrinos de hoy, según un poema anónimo inglés del siglo XV:

¡Alegraos, se nos echa encima la borrasca,

mantened la calma!

No hay más remedio.

No os amarguéis inútilmente.

Los pobres peregrinos yacen tirados por el suelo

y con el estómago en la boca.

Piden a gritos un trago de malvasía caliente

y que los auxilien para reponerse.

Administraciones públicas, agencias turísticas, consignatarios marítimos, asociaciones empresariales y otras instituciones privadas, deberían dinamizar el Camino olvidado a través de las rutas marítimas de cruceros. @mundiario
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Alfonso García

Dedico mi tiempo libre a escribir artículos de opinión en El Correo Gallego y en Mundiario.com, y monografías sobre temas diversos. Actualmente corrijo y amplío mi último libro, “Algunos abuelos de la democracia (Iglesias, Zapatero, Rajoy, Sánchez, Rivera)”, con semblanzas de “otros abuelos” de políticos de hoy, como los de Aznar, Casado, Maíllo y Lastra, entre otros. También actualizo museofinanciero.com, un museo virtual de documentos antiguos relacionados con el sistema financiero español y el ferrocarril. Gracias por tu visita.
Alfonso García López (Madrid, 1942), jubilado como notario y escritor.