El inefable Mingote reflejaba en una de sus viñetas de ABC (jueves, 11-10-2007) con sencillez, claridad y realismo, como debe hacerse con la mayoría de las cosas verdaderamente importantes, lo más reseñable de ese momento:

“El problema de la MEMORIA HISTÓRICA es que no hay modo de conseguir que todos nos acordemos de lo mismo”, según decía un tertuliano a sus atentos compañeros de café, con el dedo índice levantado.

Les contaré a continuación un suceso vivido por mi amigo C a la edad de seis años en un pequeño pueblo de La Mancha, en agosto del año 1936. 35 convecinos fueron fusilados y arrojados al pozo abandonado de una mina, bajo la mirada, es de suponer que trágica y atónita, del padre de C, boticario y falangista, que fue el último en caer al pozo.Con el paso de los años el pozo se convirtió en vertedero de residuos.

En el año 2007, mi querido amigo C logró movilizar al pueblo en que vivió el suceso y, por su iniciativa y a su cargo y el de otros convecinos, se cerró el hoyo, plantaron un olivo y colocaron sobre una rotunda roca de granito una placa en la que aparecía la siguiente inscripción, sin relación de nombres:

“Os recordamos siempre y para siempre. Olivo de paz, solo y en silencio, luz y sombra para el sueño”.

Unos años antes, mi amigo C había tenido su propia reconciliación personal -concretamente el 24 de noviembre del año 1995- con Santiago Carrillo, con ocasión de la visita de este último a una conocida librería coruñesa para presentar un libro. Así lo cuenta C en su libro De la Memoria al Abrazo. Memoria histórica para todos y abrazo de las dos Españas:

“Estreché mis brazos con los suyos, en un consciente y emotivo abrazo de reconciliación y perdón por lo ocurrido en nuestra Guerra del 36.”

¿Es un ingenuo idealista mi amigo C?, ¿alguien podría considerarlo traidor?, o, tal vez, ¿es un oportunista en busca de gloria? Ningún hombre de bien, ya fuere de aquellos o de los otros, rojos o azules, blancos o negros, pensará algo así; sobre todo quienes le conocemos y sabemos que ha hecho de su vida un ejemplo de reflexión, sencillez, verdad y honradez.

La portada de su libro, que ilustra mi columna de hoy, es una abstracción de lo que debería ser la compatibilización del recuerdo, memoria sin adjetivos: el abrazo de las dos “Españas”.

Como decía Mingote, cada uno tiene su “memoria” y, además, añado yo, la esgrime como arma contra “el otro”. ¿Abandonaremos algún día la primitiva honda utilizada por nuestros antecesores? @mundiario
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Alfonso García

Dedico mi tiempo libre a escribir artículos de opinión en El Correo Gallego y en Mundiario.com, y monografías sobre temas diversos. Actualmente corrijo y amplío mi último libro, “Algunos abuelos de la democracia (Iglesias, Zapatero, Rajoy, Sánchez, Rivera)”, con semblanzas de “otros abuelos” de políticos de hoy, como los de Aznar, Casado, Maíllo y Lastra, entre otros. También actualizo museofinanciero.com, un museo virtual de documentos antiguos relacionados con el sistema financiero español y el ferrocarril. Gracias por tu visita.
Alfonso García López (Madrid, 1942), jubilado como notario y escritor.