División, enfrentamiento, consignas de otros tiempos, uso de símbolos del pasado, descalificaciones gruesas con expresiones barriobajeras, acoso, insultos, provocaciones y agresiones a la policía nacional, participación de algún líder de Vox de forma altanera en el acoso a la sede del PSOE en Madrid,… son, desgraciadamente, las noticias habituales en los medios de comunicación durante las últimas semanas.

Esta actitud belicosa, peligrosa e irracional, es, además, improcedente e indigna, porque quienes la mantienen están “aprovechando que el Pisuerga pasa por Valladolid”, son pequeños grupúsculos que se infiltran entre quienes expresan civilizadamente su desacuerdo con los pactos firmados por el señor Sánchez.

Pero la expresión de ese desacuerdo de forma ordenada, no puede, en modo alguno, servir para dar un paso más y calificar de anticonstitucional e ilegítimo al Gobierno surgido de la reciente investidura.

A su vez, la coalición de investidura, tampoco debe meter en el mismo saco a todos los que la critican, ni tratar de la misma forma al PP y a quienes entonan el Cara al sol con el brazo levantado, recortan el escudo en la bandera de España, gritan deleznables consignas como “si tienes un hijo subnormal, métele a policía nacional”, utilizan la bandera de España con escudos no constitucionales o queman la bandera de Cataluña.

También deberían refrescar su memoria para recordar que, no hace tantos años, rodearon las sedes del PP y el Congreso de los Diputados, practicaron el acoso ante el domicilio de determinados políticos, insultaron gravemente a personas de bien y contemplaron con cierta complacencia las ignominias proferidas contra el Rey y contra la bandera de España.

Finalmente, durante el debate de investidura, el candidato a la presidencia del Gobierno de España dio rienda suelta a una estentórea, sarcástica y despectiva carcajada dirigida al jefe de la oposición; humorada inoportuna, frívola e hiriente.

Libertad de manifestación, libertad de expresión, libertad ideológica, derecho al honor, respeto a la dignidad de las personas, sí. Nunca deben alentarse ni la violencia, ni la venganza, ni el enfrentamiento, ni el lenguaje soez y barriobajero.

La discrepancia debe expresarse desde una actitud de respeto al adversario, que no enemigo, por muy diferente que sea su forma de pensar. Hay quien cree que la mejor forma de expresar el desacuerdo con el adversario es el insulto y el desprecio, tal vez porque les falta el bagaje lingüístico necesario para hacerlo con dureza, firmeza y convicción, no exentas de respeto.

La espiral emprendida es peligrosa; todos tenemos el deber de moderar los discursos, las formas, la difusión de noticias -en muchas ocasiones falsas o equívocas-, pero, sobre todo, la clase política; ésta, sin distinciones, debe recapacitar acerca de la responsabilidad en que incurren ciertos políticos al utilizar términos provocativos, máxime cuando lo hacen en el seno de lo que ellos llaman enfáticamente, la casa de la palabra.

Una vez más debemos recordar los versos de Antonio Machado ”Españolito que vienes al mundo/te guarde Dios./Una de las dos España ha de helarte el corazón”, para que sólo sean memoria poética del pasado que no puede repetirse. @mundiario
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Alfonso García

Dedico mi tiempo libre a escribir artículos de opinión en El Correo Gallego y en Mundiario.com, y monografías sobre temas diversos. Actualmente corrijo y amplío mi último libro, “Algunos abuelos de la democracia (Iglesias, Zapatero, Rajoy, Sánchez, Rivera)”, con semblanzas de “otros abuelos” de políticos de hoy, como los de Aznar, Casado, Maíllo y Lastra, entre otros. También actualizo museofinanciero.com, un museo virtual de documentos antiguos relacionados con el sistema financiero español y el ferrocarril. Gracias por tu visita.
Alfonso García López (Madrid, 1942), jubilado como notario y escritor.