Desde finales de julio Sánchez permanece callado, no sólo por sus vacaciones familiares, sino, sobre todo, porque a lo acontecido durante las últimas semanas es difícil de explicar.
Las elecciones generales en Venezuela y el triunfo de Maduro, fraudulento en opinión de organizaciones internacionales y de los líderes de numerosos países, le dejaron callado. O no tiene opinión, o no se atreve a apoyarle o le agrada el papel de Zapatero, asesor áulico del líder chavista, observador “imparcial” y guardián de la democracia venezolana.
Debió parecerle adecuada la inmediata declaración de Yolanda Díaz –“Reconocer los resultados electorales es lo que hacemos los demócratas del mundo”. O consideró suficiente la petición de transparencia del ministro de Asuntos Exteriores y su “valoramos y apreciamos la labor de Zapatero en Venezuela”.
Grave omisión la de no expresar la postura de España con un país de históricos e intensos vínculos con España.
E imitó a los tres monos japoneses.
En los asuntos domésticos, ha querido quedarse al margen del pacto suscrito entre el PSC y ERC, cuyo meollo es el pacto fiscal o financiación singular, eufemismos con los que pretenden encubrir la independencia fiscal, base de una futura independencia y del federalismo.
La Generalidad liquidará, recaudará, gestionará e inspeccionará todos los impuestos y contribuirá a la caja común con un porcentaje sobre los tributos recaudados, en compensación por los servicios prestados a Cataluña por el Estado, y con una cuota de solidaridad -ambos sin concretar.
Este acuerdo, contrario al principio de igualdad territorial y de los españoles consagrado en la Constitución, exige la modificación de la LOFCA. Sus barones autonómicos, verbalmente, han expresado su total rechazo; ya veremos si, llegado el momento, son coherentes.
A la Ministra de Hacienda debe resultarle embarazoso explicar por qué hace unos días expresó su desacuerdo con el pacto fiscal y ahora lo asume.
Pero en el pacto hay otro contenido importante. Veamos.
Se reconoce la acción exterior de la Generalidad; a tal fin se creará un “cuerpo de Acción Exterior” para reforzar su presencia internacionalmente y en la UE, con sus correspondientes delegaciones, así como en los Consejos de la Unión y en la ONU, UNESCO, OMS, OCDE, FAO…
Avanzar en términos de soberanía; intensificar el uso de la lengua catalana como lengua vehicular y de aprendizaje en la enseñanza; proyección internacional de las federaciones deportivas catalanas; …
Y Sánchez, como los tres monos japoneses.
La visita de Puigdemont a España podría calificarse de esperpento o sainete, si no fuera por la gravedad de lo sucedido. Un condenado y huido de la Justicia da un mitin, previo anuncio de lugar día y hora, y desaparece.
Una humillación para todos los españoles y para quienes velan por el orden y la seguridad de España. Puede colegirse que hubo un pacto, expreso o tácito, para que la detención del delincuente sólo se produjera si intentaba entrar en el Parlamento de Cataluña.
En este caso, los ministros de guardia han sido Marlasca y Puente. El primero para explicar que la cosa no iba con él, sino con los Mozos de Escuadra; el segundo, ejerciendo su libertad de expresión y como ministro del Gobierno de España, para acusar al TS de extralimitarse, al no aplicar la ley de amnistía al delito de malversación que se imputa a Puigdemont. Bolaños hizo de bombero, pero con una manguera corta y poca presión de agua.
Y Sánchez sigue emulando a los tres monos japoneses. @mundiario
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