Noche de duermevela, desasosiego, ¿realidad o ficción?, ¿sueño o estoy despierto?, incertidumbre, desazón; no es verdad, estoy soñando. Pero lo que mis sentidos perciben adquiere tal realismo, que me rindo a la evidencia: el territorio se resquebraja; gritos, lamentos, despecho, mentiras, medias verdades, desidia, una sociedad que no respeta normas, se oye pero no se escucha, se mira pero no se ve; una sociedad sin pasado, como recién nacida -¿o, tal vez, inventa su pasado, pese a su identidad varias veces centenaria?-, que se avergüenza de su nombre y lo sustituye por un desdeñoso “país”; una Torre de Babel.

Tras la tempestad viene la calma. Ahora fantaseo con una sociedad civilizada, que admite las singularidades del vecino y las respeta, que habla y se entiende -¿pero no era un imposible ahora mismo? Las diferentes ínsulas parten de un hecho común: la historia secular que las une, armonía, entendimiento, solidaridad; y enarbolan la enseña común, hermanada con la propia, orgullosos de ambas.

l despertador me devuelve a la realidad. ¿Qué veo? Una España en la que no se respetan ni instituciones ni símbolos; una sociedad permisiva con la mentira, la falsedad, la corrupción y la hipocresía, y tibia con la violación de la legalidad. Algunos juegan a una democracia semi asamblearia por encima del respeto a la ley; impera el relativismo. Se arrinconan los problemas que dificultan la vida de millones de españoles, porque el futuro es cosa de otros. La desidia se impone sobre el rigor, el desorden sobre la disciplina, una equívoca libertad sobre el respeto, la rutina sobre la iniciativa, la quimera sobre el realismo; la algarabía sobre la serenidad y se olvidan valores básicos para la convivencia.

Vivimos un momento crítico, porque se pone en duda la unidad de España, la forma del Estado y las más elementales normas de convivencia. No invocaré al alcalde Móstoles, pero debemos reflexionar seriamente ante las elecciones generales.

Desde la Constitución de 1978 nunca fue posible un gobierno de coalición, a pesar de las intentonas golpistas, terrorismo, atentado del año 2004 y crítica situación económica en el 2011.

No me resisto a renunciar a mi segundo sueño y abrazo la posibilidad de un Gobierno de coalición después de las elecciones de abril, entre quienes compartieran objetivos como el reforzamiento de la unidad de España, la racionalización del régimen autonómico, la reforma de la ley electoral, independencia real del poder judicial y un modelo de enseñanza duradero basado en criterios de unidad, eficacia y estabilidad.

¿Tendré que dar la razón a Segismundo en los últimos versos de su célebre monólogo: “…que toda la vida es sueño/y los sueños, sueños son”?. @mundiario

Alfonso García

Dedico mi tiempo libre a escribir artículos de opinión en El Correo Gallego y en Mundiario.com, y monografías sobre temas diversos. Actualmente corrijo y amplío mi último libro, “Algunos abuelos de la democracia (Iglesias, Zapatero, Rajoy, Sánchez, Rivera)”, con semblanzas de “otros abuelos” de políticos de hoy, como los de Aznar, Casado, Maíllo y Lastra, entre otros. También actualizo museofinanciero.com, un museo virtual de documentos antiguos relacionados con el sistema financiero español y el ferrocarril. Gracias por tu visita.
Alfonso García López (Madrid, 1942), jubilado como notario y escritor.