En sus comparecencias públicas Pablo Iglesias confunde con frecuencia su papel de miembro del Gobierno de España con el de líder de Podemos. Más concretamente: trata temas del programa político de su partido, aprovechando su presencia como ministro. Y cuando esto ha sucedido, lo ha hecho sin reparar ni en el escenario, tema planteado, lenguaje, tono y gestos utilizados, más propios de un mitin ante sus correligionarios.
Esta forma de actuar carece de sentido común, de la cortesía que se supone a una persona pública, de la educación, del respeto a los españoles que no somos de su cuerda y de la lealtad debida a su socio de gobierno.
Más claramente, esta conducta es oportunista, porque aprovecha la ocasión de que “el Pisuerga pasa por Valladolid”; interesada, porque defiende lo de los suyos, no lo de todos los españoles; zafia, porque pone de manifiesto su falta de tacto; y despectiva hacia el 87% de españoles que no le votaron.
Lo sorprendente es que ni su colega de gobierno señor Sánchez ni ninguno de sus ministros alcen la voz cuando estos hechos se producen.
Lo sucedido en el viaje a Bolivia fue una redundancia, pero de mayor magnitud, pues el señor Iglesias acompañaba al Rey en viaje oficial para asistir a la toma de posesión del nuevo presidente del país.
El llamado “Manifiesto de la Paz”, fue firmado por usted y por políticos de su cuerda -Russeff, Morales, Correa, Tsipras y Zapatero, entre otros- aspirantes todos a constituirse en defensores de la democracia frente a la amenaza que representa la ultraderecha contra la democracia y la paz social. También alertan contra las mentiras y la difamación sistemática practicada por la ultraderecha; supongo que usted les habrá informando sobre la implantación en España del llamando Ministerio de la Verdad.
Seguramente, cuando usted y sus amigos redactaban el manifiesto, estaban pensando en los camaradas de Cuba, Venezuela, Corea del Norte, Vietnam, Irán o Afganistán, acérrimos defensores de la libertad, la democracia y el bienestar ciudadano, según ustedes y ellos lo entienden.
Supongo que en el viaje de regreso no le habrá entregado al Rey copia del “manifiesto”; aunque no sería sorprendente, puesto que ya le regaló en su día “Juego de Tronos”.
Ofendiendo al Rey y al Gobierno ha ofendido usted a España y a todos los españoles, porque carece de tacto, sentido del respeto y lealtad, y usted lo sabe. Un italiano recurriría a la expresión acuñada por Giulio Andreotti: “manca finezza”. @mundiario