El Banco Ibérico se constituyó en 1946 y en 1978 era absorbido por el Banco Central, más tarde BSCH y hoy Banco Santander. Mediante el contrato de crédito en cuenta corriente documentado en la póliza que se exhibe, el banco ponía a disposición de su cliente una cantidad máxima, de la que podría disponer durante un período de tiempo determinado, con pago de intereses en función del movimiento de saldos y días que tuviera la cuenta.