El Banco Nacional de San Carlos tuvo muchas dificultades para colocar sus acciones, como consecuencia de la novedad que suponía la aparición de semejante institución, así como por la oposición de los banqueros particulares, que veían peligrar sus negocios. Con fecha 3 de febrero de 1783 se dictó una Real Cédula por la que se establecía que “…todos los caudales pertenecientes por cualquier título y deban imponerse a favor de Mayorazgos, Cofradías, Capellanías, Hospitales y Obras Pías, pueden emplearse en acciones del propio banco…”.