Me incluyo entre quienes le han definido como el Papa de la misericordia, compasivo ante los sufrimientos y las miserias, cualquiera que fuera la causa -persecuciones religiosas y políticas, inmigración, guerras, desastres naturales, carencia de recursos económicos…- y los orígenes- confesión religiosa, adscripción política, raza, cultura o cualquier otra.
Su actitud compasiva con los homosexuales, cuando un periodista le pidió su opinión sobre ellos, para muchos fue escandalosa: “Si una persona es gay y busca al Señor y tiene buena voluntad, ¿quién soy yo para juzgar”
Ese sentimiento misericordioso ha servido para acercar a la Iglesia Católica a miembros de otras iglesias, a agnósticos y ateos, a católicos alejados de la práctica religiosa y a gentes muy diversas.
Algunos de sus viajes confirman ese espíritu universal y de aproximación a todos los seres humanos: Papúa Nueva Guinea, Marruecos, República Centroafricana, Egipto, Sudán del Sur, Mozambique, Madagascar, Mauricio, Rusia, Turquía, Siria, Palestina, Jordania, Emiratos Árabes, Barein, Irak, Mongolia, Sri Lanka, Bangladesh, Myanmar, China, Tailandia, Indonesia…
Desde su primera aparición en el balcón del Vaticano, advertimos los cambios: prescindió de la Cruz papal y del anillo tradicionales, la muceta de armiño, continuó con sus zapatos desgastados en los barrios de Buenos Aires, estableció su residencia en Santa Marta, se acercó a la gente, cambió la forma de comunicación con el mundo. Todo ello, en la línea de la humilde vida del hijo del carpintero: su nacimiento en una cueva refugio para el ganado, la condición de pescadores de sus amigos más inmediatos; caminante sin hogar…
Unos le han vinculado a la dictadura militar argentina y otros le han llamado comunista y montonero, porque desde su cargo de Provincial de la Compañía de Jesús en Argentina, auxilió a quienes eran perseguidos por Videla y Masera.
Sus duras palabras contra el capitalismo salvaje y deshumanizado, tienen precedente evangélico: la expulsión airada de los mercaderes del templo, porque prostituían las ofrendas.
Han criticado muchas de las audiencias que mantuvo, con olvido de que Jesús conversó con escribas, publicanos y fariseos. Por otra parte, esos críticos olvidan que el Vaticano, además de sede de la Iglesia Católica, tiene la condición de Estado y mantiene relaciones diplomáticas con una gran número de países, con gobiernos de diferentes ideologías.
Promovió el acercamiento a otras confesiones religiosas, como el judaísmo y el islamismo, participando en encuentros inter eclesiales.
Su sensibilidad con la migración ha creado polémica; también en esto Francisco ha seguido la vida de Jesús, recordemos la huida familiar a Egipto perseguido por Herodes.
Con su elección, la Iglesia optaba claramente por ese cambio de rumbo basado en el Evangelio; la misericordia con los que sufren; autoridad con quienes menoscaban los valores evangélicos con acciones reprobables; protagonismo de la mujer, con su presencia en la curia vaticana; nueva orientación de la comunicación de la Iglesia, en cuanto a la forma, contenido y medios utilizados; afrontó los graves problemas de pederastia y la corrupción en general…
Naturalmente, no pudo hacer todo lo que se esperaba de él, porque para la Iglesia el tiempo tiene una dimensión diferente y los cambios son objeto de larga reflexión.
El mundo espera con expectación al nuevo Papa, muchos con la esperanza puesta en que continúe la labor evangélicamente transformadora de Francisco; otros, desean cambios que no se ajustan al Evangelio; y habrá quienes recuerden con nostalgia los papados rodeados de pompa y distanciamiento de los fieles, incompatibles con el espíritu evangélico y con estos tiempos.
La perdurabilidad de Iglesia -más de 20 siglos de existencia- se basa en promover los cambios con reflexión y prudencia y sin dejarse influir por el tiempo -que mide de forma diferente al de otras instituciones-, aunque sea elegido un Papa continuador de la línea iniciada por Francisco. @mundiario
Dos palabras que parecen haber sido borradas del diccionario. Dos conceptos en peligro de extinción y que ha revivido el enorme ser humano que ha sido Papa Francisco.
Nos deja un mundo necesitado de misericordia y compasión.
¡Ojalá la estela de Bergoglio reavive esas inusuales actitudes!.